jueves, 29 de diciembre de 2011

Estaré aquí hasta dentro de un rato...

Parece una obviedad. Encontrarme solo o tal vez acompañado. De todas formas todo seguirá su curso, el correr de los años. Me basta mirar la taza que sostengo en la mano para imaginármela dentro de diez años. Lo tome o no lo tome no siempre mi café estará ahí.
Estaré aquí hasta dentro de un rato como todos. Como todos los que van y vienen. Como los que comen, los que caminan y los que se van.
¿Dónde estarán los que hoy no están?
Tengo imágenes vivas presentes en sus lugares que se estrellan en mí al volver a verlas. Los olores de las habitaciones que mezclados con el aroma del tiempo no han perdido su intensidad aunque aquellos lugares ya no existan. ¿Quién dijo que no hay nada allí? ¿Es que hemos estado para nada? ¿Para el olvido? ¿O hemos de conservar nuestros espacios como materia que hemos sido? ¿Dónde han ido aquellas mentes sino a un lugar donde podamos sentirlas pero no tocarlas?
Los ojos abiertos y la piel erizada. La paz. Las uvas, el parral, el viejo sillón de caña y mimbre… los chicos saliendo de la escuela, las nuevas generaciones, la olla hirviendo al mediodía…
Estoy allí. Pensar que algún día no picare mas verduras pero la cocina seguirá prendida, tan normal como siempre. La mesa para cinco, antes fue para seis y tal vez mañana será para dos o a lo mejor diez. Todo cambiará así como ha cambiado.
No me queda duda que siempre estarán todos, sentados, allí, en el sofá o carpiendo en el fondo la huerta. Son así mis recuerdos. Hemos pasado generaciones y aun no lo hemos superado por ser humanos. ¿Cuándo nos desprenderemos de estos restos de miedo, dolor, añoranza con los que la naturaleza nos ha marcado con fuego por pensar?