domingo, 23 de diciembre de 2012

Era el mismo.-


Bueno, aca estoy. Sin luz desde hace casi cinco minutos. Mi compu sigue encendida con algo de batería. El único brillo que tengo es la pantalla y algun grillo escondido en mi habitación. Una bolsa me hace cosquillas en el pie. Hace algo de calor pero esta tranquilo. Lo manejo con la respiración, je. De fondo suena “Never Want To Say It's Love” del ultimo disco de Dido. Estoy demasiado relajado. No es la calma que precede a la tempestad, claro esta. Tal vez al revés. Fue un dia muy distinto a los demás. Hoy llegue al limite. Contaba por el numero 1.000.654 cuando me salto la térmica. Ahí estaba. Sentado en el patio desarmando un aire acondicionado, en el sol, recibiendo las instrucciones dictatoriales de mi abuelo. Pobre… pero si me saco de quicio. Por un momento entre tener que repetirle veinte veces las cosas para que escuche o se cuelgue en algun tema extraño me vi desde lo alto. Quizás haya sido mi abuela. Mi abuela desquitándose lo que aguanto por sesenta y pico de años jajajaja La brisa me rodeo, todo se paralizo, hasta el sudor que corria por mi espalda. Era yo. Era mi naturaleza que abrió la puerta cuando terminaba el ultimo suspiro. Un remolino debajo de la parrilla fue lo único que pude ver desenvolverse. Mi abuelo inmóvil jamás supo que paso por mi cabeza. Lo único que pensé era “¿esto es? ¿de esto se trata?”… era yo. Era Jorge. Jorge Alejandro Favre Niveyro. El mismo de la panza hace veinticinco años, el mismo de la primaria hace catorce años, el mismo de la secundaria hace siete, el mismo de la facultad hace quince días. El mismo que había peleado hasta lo ultimo por obtener lo que deseaba. El mismo que había obtenido siempre lo que deseaba por luchar por ello. El mismo. Lo que hasta hace unos meses no significaba nada, hoy me salvaba la vida. Los recuerdos volvieron esta vez mas fuertes. Lo había conseguido. Había conseguido todo lo que deseaba. Mirarme en esa foto del año 1994 parado allí en un acto me hizo enorgullecerme de mi mismo, de ese chiquito muy parecido al mio que con todo lo que arrastro a cuesta hoy era un hombre. El mismo. Me puse de pie. Una mirada. Tal vez la sintió y por eso también dio la vuelta y se dirigió a mi. Solo asintió. Yo solo tire una sonrisa complice. Di la vuelta y entre a la casa. Sentía que detrás había demasiado pero había algo dentro de mi que latia con buen ritmo. El interior deseaba expresarse, deseaba construir, proyectarse. Deseaba coordinar armonía con el exterior. Lo que hasta hace instantes me superaba era un hermosa oportunidad para poner a prueba mi fortaleza para extender mis limites si es que los tenia. Lo vi con otros ojos. Antes había un mundo sin construir; hoy lo vi construido con mis propias manos. Con el pasar de las horas el panorama ya era alentador, distinto. Mis ojos ciegos estaban bien abiertos. Entonces me pregunte “¿Por qué no? ¿no seria maravilloso?” me lo merecía y porque no regalármelo. Lo único que tenia que hacer era que ocurra.

P.D.: hoy vi aquella luna de febrero que forma el fondo del blog. Esta vez de noche. La vi desde otro lugar, desde Libres. La vi en otro mes, en diciembre.

La clave esta en estar en armonia con lo que sentimos dentro. Si lo estas nunca podes fallar. Nunca.


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